Escrito por María Soriano Sánchez
Los discursos de odio se han convertido en uno de los principales desafíos para la convivencia en las sociedades contemporáneas. Aunque no son un fenómeno nuevo, la expansión de las redes sociales y la polarización política han amplificado su alcance e impacto. Comprender qué son, a quiénes afectan más y cómo se pueden contrarrestar es clave para construir comunidades más justas, seguras y respetuosas.
¿Qué son los discursos de odio?
La Organización de las Naciones Unidas (ONU) define el discurso de odio como “cualquier forma de comunicación de palabra, por escrito o a través del comportamiento, que sea un ataque o utilice lenguaje peyorativo o discriminatorio en relación con una persona o un grupo sobre la base de quiénes son o, en otras palabras, en razón de su religión, origen étnico, nacionalidad, raza, color, ascendencia, género u otro factor de identidad. En muchos casos, el discurso de odio tiene raíces en la intolerancia y el odio, o los genera y, en ciertos contextos, puede ser degradante y divisivo” (ONU, 2020).
En términos más simples, el discurso de odio busca deshumanizar al “otro” por diferencias reales o percibidas, justificando así la exclusión, el abuso o incluso la violencia. Estas expresiones pueden oscilar desde comentarios despectivos hasta incitaciones al daño físico.
Colectivos más vulnerables
No todos los grupos sociales son igualmente vulnerables al discurso de odio. Históricamente, ciertos colectivos han sido blanco frecuente de ataques, tanto en el espacio público como en el digital. Entre los más afectados se encuentran:
1. Poblaciones migrantes y refugiadas
La xenofobia ha sido una constante a lo largo de la historia, y en tiempos recientes se ha visto reforzada por discursos nacionalistas. Según la Agencia de la ONU para los Refugiados (ACNUR), los refugiados son frecuentemente representados como amenazas a la seguridad o a la economía, lo que alimenta actitudes hostiles en su contra.
2. Pueblos indígenas y comunidades afrodescendientes
En América Latina, por ejemplo, estas comunidades han sido históricamente marginadas y estigmatizadas. Los discursos racistas no sólo perpetúan estereotipos dañinos, sino que también dificultan el acceso a derechos fundamentales como la educación o la salud.
3. Colectivo LGTBIQ+
Las personas del colectivo LGTBIQ+ son frecuentes afectados de discursos de odio, especialmente en contextos donde sus derechos aún no están plenamente reconocidos. La homofobia y la transfobia se manifiestan tanto en el lenguaje cotidiano como en declaraciones públicas que buscan invalidar sus identidades o negarles derechos.
4. Mujeres
El sexismo es una forma de discurso de odio profundamente arraigada. Las mujeres son objeto de ataques verbales y físicos por desafiar roles de género tradicionales o simplemente por ocupar espacios públicos y de poder. La violencia en línea hacia mujeres, particularmente hacia aquellas que defienden la igualdad política y social, ha alcanzado niveles alarmantes.
Consecuencias del discurso de odio
El discurso de odio no es un problema superficial. Tiene consecuencias reales, tanto para las víctimas directas como para la sociedad en su conjunto.
Además, en contextos donde el discurso de odio se tolera o incluso se promueve desde instituciones, se debilitan los principios democráticos.
La libertad de expresión, si bien es un derecho fundamental, no es absoluta. Como señala el artículo 20 del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos, “toda apología del odio nacional, racial o religioso que constituya incitación a la discriminación, la hostilidad o la violencia estará prohibida por la ley”.
Cómo enfrentar los discursos de odio
Combatir el discurso de odio requiere una combinación de educación, regulación y acción colectiva. Algunas estrategias incluyen:
-Educación en derechos humanos: Promover una cultura de respeto a la diversidad desde edades tempranas, así se ayudará a desactivar prejuicios y a fomentar la empatía.
-Regulación legal: Muchos países han incorporado normas que sancionan el discurso de odio, especialmente cuando incita a la violencia. No se trata de censurar opiniones, sino de establecer límites cuando el lenguaje pone en peligro la dignidad y la seguridad de otros.
-Apoyo a las víctimas: Es vital que las personas afectadas tengan acceso a mecanismos de denuncia y reparación. Además, el acompañamiento psicológico y legal es fundamental para contrarrestar el impacto de estas agresiones.
¿Qué hacemos desde Hateblockers contra los discursos de odio?
En Hateblockers trabajamos cada día para frenar la curva del odio en internet y construir entornos digitales más empáticos, seguros y respetuosos. No creemos en quedarnos de brazos cruzados: creemos en la acción, el humor inteligente, la pedagogía y la colaboración ciudadana.
Estas son algunas de nuestras principales líneas de acción:
1. Difundimos un decálogo para actuar con conciencia en redes
Hemos desarrollado un decálogo con 10 claves para convertirnos en agentes del cambio. Promueve el uso responsable de la palabra, el contraste de información, la empatía digital y el humor como herramienta de desarme. Algunas ideas clave:
– Cuenta hasta 10 antes de hablar
– Make memes, not war
– No digas en redes lo que no dirías en persona
– Se un muro contra las fake news
Este decálogo no es sólo una guía: es una actitud frente al odio.
2. Visibilizamos buenas actitudes en internet
No todo es odio. En internet también hay miles de personas que apuestan por el respeto, la inclusión y la convivencia. Desde Hateblockers nos dedicamos a amplificar esas voces, destacar comentarios constructivos, respuestas ingeniosas frente a ataques y ejemplos de civilidad digital que merecen ser replicados.
3. Creamos un juego de cartas educativo
Diseñamos un juego de cartas pensado para centros educativos, asociaciones y espacios comunitarios. A través de dinámicas lúdicas, se aprende a identificar discursos de odio, desmontar prejuicios y reflexionar sobre nuestras propias prácticas digitales.
Es una herramienta divertida y transformadora que lleva el debate al aula.
4. Formamos y movilizamos una red de hateblockers
Cada persona que se une a esta causa se convierte en un agente multiplicador. Creemos en el poder de lo colectivo, fomentamos la formación, la conversación y la acción local. Y sí, también estamos aquí para reclutar: cuanto más seamos, más difícil será que el odio se sienta cómodo en nuestras redes.
Conclusión
El discurso de odio no solo daña a quienes lo sufren directamente, sino que empobrece el tejido social. Combatirlo es una tarea que nos interpela a todos, desde el ámbito educativo y legal hasta la acción cotidiana. Como sociedad, debemos apostar por un modelo de convivencia donde la diversidad no sea una amenaza, sino una riqueza.
Reconocer la dignidad del otro, incluso cuando piensa distinto, es el primer paso hacia una democracia verdaderamente inclusiva.
Fuentes consultadas:
Naciones Unidas (2020). Estrategia y plan de acción sobre el discurso de odio.
Disponible en: https://www.un.org/es/hate-speech
ACNUR (2020). Guía sobre racismo y xenofobia.
Disponible en: https://www.unhcr.org/sites/default/files/legacy-pdf/6087cc104.pdf
Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos (1966). Artículo 20.
Disponible en: https://www.ohchr.org/es/instruments-mechanisms/instruments/international-covenant-civil-and-political-rights
UNESCO. (2024). Combatir el discurso de odio a través de la educación: una guía para los responsables de la formación de políticas.
Disponible en: https://unesdoc.unesco.org/ark:/48223/pf0000390977